miércoles, 3 de marzo de 2010


ANÁLISIS DE LA POSMODERNIDAD Y SU INFLUENCIA EN LA EDUCACIÓN

A la hora de intentar definir la posmodernidad, uno de los principales desafíos con que nos enfrentamos es poder acotarlo de manea concisa, ya que estamos inmersas en ese mismo fenómeno.
Entendemos la posmodernidad y sus efectos como una cultura de masas, como un proceso democratizador y transversal, formado de muchas pequeñas realidades en lugar de seguir el patrón marcado por los metarrelatos o grandes guiones.
Nos gusta en este sentido lo que Barman dice define como “tiempos líquidos”, entendiéndolo como algo que se mueve con tanta rapidez y en tantas direcciones que no da tiempo a que cuaje. Los pequeños relatos admiten otros antes rechazados: la multiculturalidad, los estudios de género y sobre las minorías, etc. Esta libertad para incluir otros relatos viene dada por la muerte de la idea tradicional de arte concebido como tal hasta ahora.
Siguiendo esta línea, lo cotidiano llega a elevarse a la categoría de arte, la libertad en la creación artística se ramifica por muchos caminos.
El período posmoderno se llena de manifestaciones culturales y artísticas de todo tipo, en las que realidad y ficción se confunden. La multiplicidad de estímulos en forma de imágenes provoca, por un lado, que estemos inmersos en la llamada “cultura de los tres minutos” (no tenemos tiempo para detenernos a analizar los mensajes que nos llegan. Son escuetos y cambian continuamente. ¿Nos llevará esto a la pérdida de la memoria?); y, por otro lado, que sospechemos de todo lo que vemos. La imagen y los mass-media controlan el discurso, y evolucionan a tal velocidad que perderles el ritmo supone convertirnos en analfabetos tecnológicos.

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